jueves, 22 de enero de 2009

Demasiado tarde para pedir perdón .#


Me llamaba Camila, tenía una relación con la persona más hermosa que puede pisar la tierra, creía que con él iba a pasar mis vida entera, compartiendo simplemente felicidad, pero algo cambió el rumbo de mi fantástico destino.

Me veía sumergida en un mar de culpas, de lamentos, no encontraba la salida para que mis males desaparecieran, o tal vez era yo la que debía desaparecer, sin dejar un rastro del paso que tomé, cuando caminé hacia la perdición.

Las horas pasaban, y más recordaba el daño que había realizado en la persona que pensé que sería la que más cuidaría, la que más llenaría de felicidad, sin matar su corazón. Pero, nada es como lo creía, bastaban de segundos de ira interna, para desatar una lluvia de dolor en la mirada de mi dulce amor, la tristeza, la rabia se hacía parte de mí, con solo pensar en todo lo que hacía, que lamentable ser alguien que no domina sus sentidos, que no domina sus sentimientos de expresión ante la molestia , que no domina las palabras ante la persona que siempre trato de acompañarte, a pesar de mi cruel inconsciencia.

Sabes que la vida es demasiado corta, sabes que debes vivirla al máximo, contigo quería vivir el resto de mis años, contigo soñaba llegar a esa fantasía de blanco, pero todo se caía en pedazos, por mí, o más bien por los dos, el hecho de que perdonabas cada palabra que hería y rompía tu corazón, y yo desatando la ira que nunca debí traspasarla a ti.

Vuelvo al presente, ¿Qué presente?, yo misma borré mi presente, con los errores que cometí,cada vez que mi mente tomaba el poder, sé que es tarde para pedir perdón, sé que el daño ya esta hecho,pero, la agonía que sentí cuando te veía llorar, paga todo lo que hice, sobre todo cuando te vi partir, ahora estas con rencor cada vez que mi recuerdo en ti aparece, lo entiendo, es difícil decir que te quedes con las cosas buenas de nuestro mágico y trágico cuento, no te lo pido, sino que lo espero.

Las horas siguen pasando, mientras yo tomo vuelo a un más allá que nunca nadie conoce, hasta que su hora haya llegado, simplemente yo adelanté aquel reloj que indica el tiempo de vida que debía cumplir, simplemente así huí.

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