viernes, 17 de abril de 2009

La historia del vampiro

Hace muchos siglos atrás, en una época que ni tu ni yo conocimos, existía un vampiro, que solo saciaba la sed con la sangre de las personas que encontraba solitarias en las noches de invierno. No tenía resentimiento, no conocía la culpa, era tan frío como la nieve que caía tan fuertemente, congelando lo que a su paso aparecía. Simplemente, le gustaba presenciar el sufrimiento de sus víctimas, tener aquella sensación placentera cuando pedían, rogaban, que los dejará ir, pero, ¿ de qué servía?, de nada, cuando alguien no tiene corazón, no piensa en el dolor ajeno, para ellos solo existen ellos. Era verdad se había ganado el respeto de muchos, era el vampiro más buscado, por los cazadores, en general por todos. No existía alguien más como él, con la misma crueldad, y frialdad. Todo seguía igual, como toda rutina nocturna que solía tener.

Era una noche normal, pero, con un sabor distinto. Se encontraba solo en la copa de un árbol, esperando poder alimentarse de la primera persona que pasara, espero segundos cautivo y silencioso, hasta que apareció una joven caminando tranquilamente por el sendero, él se fue del mundo por un segundo cuando vio su rostro a lo lejos, pero a la vez cerca, dejo de pensar en el cruel destino de aquella señorita que sin mirar por donde caminaba, seguía su rumbo. Después de reaccionar, una risa irónica se logro ver en su rostro, por dentro confundido por aquella reacción que tuvo ella sobre él, pero también con la intensidad de volver al plan macabro que tenía. Siguió cautelosamente a la joven, ella sentía su presencia, pero no tenía reacción alguna, los vampiros sienten el temor de sus víctimas, pero él no podía sentir nada, caminó tan rápido se lanzó sobre ella, quedando tirados en el pasto de una plaza tan oscura, como el alma del vampiro. Ella lo miró tan seriamente, él jamás había sentido eso con ninguna de las mujeres que había atacado, todas lo miraban con una muestra de suplica para que las dejara ir, con miedo, temor, temblaban cuando él tomaba sus manos, pero, con ella era distinto, ella no sentía nada, él sentía que tenía ganas de morir, que no le temía a la muerte, al ver su cara tan tranquila, su corazón palpitaba normal, algo de ella a él lo impresiono, tanto así que tirados en el suelo por horas, mirando simplemente sus ojos, nuestro cruel vampiro sentía cosas que jamás había vivido, que la crueldad no lo dejaba ver, ella era igual a él, eran dos gotas de agua, los dos no se basaban en el futuro, se basaban en el presente, les daba lo mismo lo que pasara con sus vidas, les daba lo mismo si tenían que morir fríamente, su soledad los agobiaba, y no les importaba nada.

Él vampiro comenzó a recordar cuando estaba vivo, era igual que ella, caminaba sin sentidos, no sabía lo que era la alegría, ni lo que era sonreír, solo conocía la soledad, no le temía a nada, por eso decidió convertirse en vampiro, simplemente dejo que lo mataran, agonizó hasta morir, y ser un muerto en vida, sin sentir su corazón palpitar, ni sus sentimientos florecer, todo era oscuridad, igual que la mirada de aquella joven que enamoraba sus sentidos.

Ella lo miraba de la misma forma que él lo hacía, era algo mutuo, que ni ella, ni él pensaban que los iba a unir por una eternidad. Comenzaron a hablar de sus vidas, a él le costaba conversar, nunca lo había hecho con nadie, siempre se mantenía al margen de las personas, pero con ella era diferente, por primera vez él sentía algo cálido en su interior, era amor, nunca antes lo había vivido, ni cuando estaba en vida, y menos ahora que era simplemente una persona que muestra su rostro ante la luna, y cuando el sol sale, es cuando esconde su presencia en un ataúd.

Cada vez su unión se hacía más fuerte, ambos aprendían lo que era el amor, eran tan pero tan iguales, y a la vez tan distintos, pensar que la vida y la muerte los separaba constantemente, pero ellos se mantenían siempre juntos, era raro, que el cruel vampiro no sintiera la necesidad de matar, era obvio necesitaba saciar su sed, pero, la sangre de ella era intocable para él, deseaba cuidarla, y jamás dañarla. La indiferencia al dolor, a la muerte, que un día los hizo juntarse, ahora era lo que miedo les daba, ya que los podía separar.

Se juntaban todas las noches en la misma plaza, comentando lo que ella veía de día, y lo que él veía en las noches, era difícil mantener aquella relación, pero, no imposible.

Una noche quedaron en juntarse en el mismo lugar, era luna llena, se cumplía un año desde la primera que se vieron, él vampiro llego con un rosa de color negro, con 5 minutos de adelanto, quería ser el primero, y sorprenderla a penas la divisara. Pasaron los segundos, los minutos, las horas, y aún no llegaba, el vampiro desilusionado, se marcha de aquel lugar, su corazón volvía a entristecer, no quería pensar en nada.

A la noche siguiente, el volaba entre los árboles, y en aquella plaza divisó en una esquina, un cuerpo tirado encima del césped, bajo de el oscuro cielo, mientras su corazón lloraba, trataba de pensar que no era lo que él creía, pero la realidad era distinta, era ella, tan fría, su sangre ya no existía, primera vez que el vampiro lloraba, una lágrima cayó desde su triste mirada, dejando un camino en su rostro, la tomó, la miró, acarició su rostro tan delicadamente, sus labios reposaron sobre los de ella, por minutos que se hacían eternos.

Él nunca quiso convertirla en vampiro, no deseaba que ella tuviera que vivir como él, solo quería su felicidad, pero, decidió, darle de su sangre, lo cual, haría "revivir" sus latidos por un momento, y así él podía morderla, y convertirla en lo que nunca deseo verla, pero, si anhelaba con todas sus ganas, volver a tenerla en sus brazos, así podrían estar siempre juntos, sin mantenerse lejos, volando por un espacio que nadie encontraría.

Con sus lágrimas mordió su propio brazo, derramo su sangre en los labios de su amada, espero segundos en que los latidos volvieran a sentirse, tomo su cabeza tan suavemente, mordió su cuello, y espero hasta que sus ojos volvieran abrir, mientras la tenía abrazada a su pecho, mirando la luna, con la esperanza de volverla a sentir con él, oír su voz, poder mirar sus ojos tan oscuros como los suyos. Las horas pasaban, y ella no tenía reacción alguna, era demasiado tarde, el vampiro agacho la cabeza, se dio media vuelta, caminó hasta donde la luz de la luna llegara, y lloró hasta más no poder, lloró todo lo que en siglos no había llorado, miró atentamente la luna, y reprochó un ¿por qué?. mientras tirado en aquella plaza, sus lágrimas empapaban su rostro, una suave sensación invadió sus sentidos, un te amo hacía que su corazón volviera en sí, miró hacia atrás, y se encontraba ella, con su mirada atenta, igual que la primera vez. La tomó, la elevó hasta la nube más alta, pronunció por primera vez, un te amo, que duraría la eternidad máxima, entre el amor de dos seres que simplemente buscaban entendimiento.